Ofrece un rocío fino y controlado—minimizando la sobreaplicación y el uso excesivo.
Más eficiente que los rociadores gruesos que pueden dispensar demasiado líquido.
Se siente suave y refrescante (ideal para brumas faciales, tónicos o sprays hidratantes).
Sin gotas grandes que puedan causar molestias.
Funciona bien con líquidos viscosos y delgados (por ejemplo, sueros, desinfectantes a base de alcohol, aceites esenciales).
Se utiliza en cosméticos, limpiadores domésticos, aerosoles médicos y aromaterapia.
Muchos pulverizadores de niebla fina vienen con sellos seguros, evitando fugas en bolsas o durante viajes.